Sálvame de mí mismo

Sálvame de mí mísmo

Sálvame… de mí mismo es más que una historia cliché donde el protagonista tiene que seguir su destino y tiene a todas las chicas locas por su cuerpo. Esta historia es un grito sin ruido de pensamientos que son tabús, es una reflexión sobre la lucha interna que todos tenemos pese a no verla. Es una historia de amor donde se tiene miedo de que la otra persona te ame. Son luchas entre lo que se quiere y lo que se debe.

Esta historia es la huida de algo o alguien… Pero ¿De quién se huye?

De un peligro externo o DE NOSOTROS MISMOS.

Sálvate de mí

El peligro se ha acabado, todo está en calma: Crystal y Angela por fin pueden descansar y tomarse esos días libres que tanto querían, pero a veces las batallas más duras no son contra alguien externo, a veces la peor de las guerras, la más sangrienta y agresiva se da dentro de cada uno, dentro de nuestra cabeza, contra alguien que nos conoce más de lo que nos podemos conocer. A veces el enemigo eres tú y solo hay una cosa clara: él siempre será más fuerte, más listo y sabrá cómo herir. Ahora la pareja cree que todo se ha calmado, pero: ¿Quién nos dice que no puede ser la huida del mar antes del tsunami?

Por qué tuviste

Una despedida que aún retumbaba y retumba entre las paredes del gimnasio. Lo peor que ese adiós nunca significa adiós; nunca acaba ahí. La guerra iba a comenzar y se empezaban a ver las cenizas del volcán que anunciaban su explosión. Se preparaban las barricadas y cada uno protegía lo que más ama aunque nunca se sabe dónde caerá la primera roca ni si esa roca viene del interior. Una cosa estaba clara: William sería un peligro. Puede que no el peor de los que vienen, pero allí estaría echando más leña al fuego. La pregunta era: ¿Se salvarían? O se repetiría la historia y los jóvenes amantes morirían cubiertos por la lava como en Pompeya.