Quién Soy
Se podría decir que soy como ese fantasma de las Navidades que viene a dar por saco, aunque a mí me gusta verme como una “localcoño” (sí, soy muy mal hablada y mis palabras no son para todo el público).
Durante muchos años he vivido queriendo ser alguien normal, una cuerda más, como todos o casi todos supongo; y el daño que me hacía para intentar lograrlo era enorme (y recalco “intentar” pues nunca lo logré). Pero un día, bueno un año, me di cuenta de una cosa: la cordura, estar cuerda te ata (sin ir más lejos la palabra cuerda se define como objeto que se usa para atar o sujetar cosas). Estar cuerdo implica estar atado, estar sujeto. Y luego buscamos pregonar la libertad por encima de todo. No tiene mucho sentido, ¿verdad?
Yo tampoco lo encontré, así que hice lo más lógico y corté con esa falsa normalidad para convertirme en una “sin cordura”: sin cuerdas que me aten.
Aun así, mi historia no comienza cuando corté las cuerdas, sino que empieza en ese año en que me di cuenta de que la cordura sonaba demasiado a cuerda: el año en el que morí.